EL HOMBRE EN LA VID:
El ciclo biológico y de cultivo de la vid forma parte de un ecosistema en el que suelo, entorno, biodiversidad, clima y la mano del hombre se trabajan unidos. La viña y el ser humano se necesitan mutuamente.
La geología, el tipo de suelo y el drenaje, la orientación del terreno, la altura y la climatología son factores esenciales de la vida de la vid y la viña, y éstos, junto con la mano del hombre, determinan la uva que producirá.
El trabajo del viticultor pasa por la gestión del suelo y la preservación de la biodiversidad; ayudar a la tierra con materia orgánica (abonos vegetales...) y la siembra de plantas que le aporten riqueza y fertilidad.
Debe procurar una vegetación bien distribuida para garantizar un buen nivel cualitativo y un microclima apropiado y mantener el control de las malas hierbas.
El trabajo manual y del día a día implica también la observación de la evolución del ciclo vegetativo anual (especialmente el ritmo de maduración) y llevar a cabo las operaciones de cultivo en los momentos más apropiados.